HISTORIA DE VENEZUELA
Caudillismo y Guerra Federal
El principal jefe político y hombre fuerte de Venezuela en sus albores como nación independiente es José Antonio Páez, quien se juramenta como Presidente el 11 de abril de 1831. y su Vicepresidente es Diego Bautista Urbaneja. En su persona se constituye el Partido Conservador, integrado en su mayoría por militares de alto rango que participaron en la Guerra de Independencia. En su mandato hay relativa paz y la economía muestra una recuperación estimulada por la Ley de Libertad de Contratos de 1834 y la masiva exportación de café. En 1835 delega el poder en José María Vargas, el primer civil en dirigir el país. Esto último no es de gusto para los militares de pensamiento Liberal encabezados por Santiago Mariño y Pedro Carujo que se levantan para exigir la reconstitución de la Gran Colombia y el fin del poderío de una minoría de comerciantes. Entre tales oficiales hay bolivarianos sobresalientes, como el edecán del Libertador, Luis Perú de Lacroix o el granadino José María Melo, así como también un enemigo de Bolívar, Pedro Carujo. Obtienen un efímero triunfo y designan como presidente provisional a Mariño, pero llaman al general Páez con el fin de que los respaldara; sin embargo este restaura a Vargas en el gobierno y decreta amnistías a los oficiales de la revolución, muchos de los cuales sin embargo resultan desterrados.
Páez, tras haber derrotado una rebelión liberal, y luego de la presidencia de Carlos Soublette (1837-1839) vuelve a resultar electo en 1839. Afrontó la crisis económica mundial de ese año, que golpeó duramente a Venezuela, y a la creciente oposición liberal representada por Antonio Leocadio Guzmán, a la vez que iniciaba las disputas territoriales contra los británicos por la cuestión del Esequibo. Soublette fue nuevamente presidente en 1843, y en 1847 es elegido el general José Tadeo Monagas con gran apoyo, pero rompió luego con los conservadores. El intento de éstos en deponerlo desembocó en el atentado al Congreso de 1848. El General se aseguró de que su hermano José Gregorio Monagas fuese hecho presidente en 1851, quien proclamó la definitiva abolición de la esclavitud en 1854. José Tadeo volvió al poder en 1855, pero su régimen autoritario vio su fin en la Revolución de marzo de 1858, comandada por Julián Castro; siendo este último nombrado como Presidente Provisional de la República en la Convención de Valencia y posteriormente en Presidente Interino, haciendo de la ciudad de Valencia nuevamente la capital provisional del país.
Los decretos del nuevo gobierno crearon descontento en liberales, y la inestabilidad hizo inminente el estallido de un conflicto armado conocido como la Guerra Federal.
El Grito de la Federación marca su inicio, y se desarrolla como una guerra de guerrillas. En las batallas iniciales, los federalistas liberales obtuvieron importantes triunfos, a pesar de la muerte en combate de su líder Ezequiel Zamora en 1860. Su mando es ocupado por Juan Crisóstomo Falcón. Los refuerzos y el apoyo conseguido por Falcón fortalecen a los liberales. Los enfrentamientos posteriores les dan ventaja y merman las fuerzas del gobierno centralista. Finalmente, en abril de 1863 se firma el Tratado de Coche, que significa la victoria de los liberales y su acceso al poder. No obstante este resultado, se conforman nuevos caudillismo regionales con ejército propio que mantiene el control de grandes porciones de tierra, cosa que contraria el anti-latifundismo liberal. Ese año, Falcón asume la presidencia y promulga su Decreto de Garantías que elimina la pena de muerte cosa que es ratificada en la nueva contitución y convirtiendo a Venezuela en el primer Estado moderno del mundo en llevarlo a práctica. El General Joaquín Crespo y los jefes de la Revolución Legalista de Arturo Michelena. Crespo fue Presidente de la República en los períodos 1884–1886 y 1892-1898.
Antonio Guzmán Blanco, hijo de Antonio Leocadio Guzmán, había luchado en las filas del bando liberal durante la Guerra Federal y luego formó parte del gobierno de Falcón. Luego de iniciado el régimen de los azules, tramó junto con su padre el retorno al poder de los liberales. Al huir por el rechazo de turbas azuzadas por el gobierno, organizó una invasión que logró el apoyo de caudillos regionales federalistas, tales como Joaquín Crespo y Francisco Linares Alcántara. En febrero de 1870 desembarcó en Curamichate y tomó posiciones por el centro-occidente del país mientras engrosaba sus fuerzas. Tomó Caracas en abril de ese año, por lo que su acceso al poder se conoce como la Revolución de Abril.
Por haber vivido varios años en Europa, una vez hecho presidente implementó una serie de medidas tendientes a modernizar el país e instaurar el orden definitivo. En los decretos de ese año, creó el Conservatorio de Bellas Artes, reestructuró la Alta Corte Federal, dictó el Decreto de Instrucción Pública y Obligatoria promoviendo la educación, reorganizó la Universidad Central hizo del peso Venezolano la moneda nacional, fomentó la agricultura, mejoró la infraestructura, e inició una ambiciosa transformación urbanística de Caracas, ciudad a la que según los historiadores se empeñó en darle cualidades parisinas, sin abandonar una tendencia centralista y autoritaria. También combatió los alzamientos en Apure, Guayana y Coro, logrando someter a los caudillos. Inició una promoción del culto a los héroes del pasado, especialmente a Simón Bolívar, como una estrategia para unir el país. Igualmente, debilitó el poder de la Iglesia Católica en Venezuela, al pasar al Estado funciones que tradicionalmente eran realizadas por ésta.
En 1877 viajó a Europa tras pasar el mando a Francisco Linares Alcántara, quien poco después comenzó un movimiento contra Guzmán Blanco. Ello, y la descontinuación de la línea progresista mantenida por su antecesor, provocó la Revolución Reivindicadora que le derrocó en 1879. Tras regresar al país, Guzmán Blanco inició un segundo gobierno en el que designó al bolívar como moneda nacional, y decretó el canto Gloria al Bravo Pueblo como himno nacional, además de continuar las medidas que habían tenido éxito en su anterior período, con la ganadería y el agro recuperándose de la caída en el pasado. Luego de cinco años pasó el mando a Joaquín Crespo. La introducción del positivismo y la creciente oposición del sector estudiantil condujeron al cierre de la universidad por parte del gobierno. Como resultado, el Congreso eligió a Guzmán Blanco para presidir entre 1886 y 1888, quien se retiró en 1887, dejando a Hermógenes López como presidente interino para la transición.
Le siguió Juan Pablo Rojas Paúl, quien se alejó de la línea centralista mantenida hasta el momento, creó la Academia Nacional de la Historia, y enfrentó disturbios y alzamientos anti-guzmancistas. En 1890 fue elegido Raimundo Andueza Palacio para el período constitucional de dos años, pero su intento por extender su mandato provocó la Revolución Legalista de 1892 encabezada por Joaquín Crespo, que le derrocó del poder. Crespo asumió la dirigencia como producto del movimiento en octubre de ese año, y aprobó una nueva constitución estableciendo la duración de la presidencia a cuatro años, y el voto directo. Mientras era jefe del país los recursos públicos fueron mal invertidos y se crearon nuevas deudas para el país, pero permaneció popular entre sus soldados. Su candidato a sucesor, Ignacio Andrade, venció en las elecciones de 1897, pero su contrincante José Manuel Hernández, desconoció los resultados acusando fraude, y se reveló en Queipa, Valencia en 1898. Crespo, al mando de las tropas del gobierno, pereció en la Batalla de la Mata Carmelera, pero el alzamiento fue derrotado. El saldo al final del siglo XIX fue de recesión económica, pero de avances en la cultura, la tecnología y el urbanismo.